miércoles, 8 de diciembre de 2021

Marcadores inflamatorios predictores de gravedad de la enfermedad producida por SARS-CoV-2

SARS-CoV-2

    El virus del síndrome respiratorio agudo severo tipo-2 (SARS-CoV-2), causante de COVID-19, se ubica taxonómicamente en la familia Coronaviridae . Esta familia se subdivide en cuatro géneros: Alphacoronavirus, Betacoronavirus, Gammacoronavirus y Deltacoronavirus. Muchos coronavirus de los cuatro géneros mencionados son causantes de enfermedades en animales domésticos, y por lo tanto son principalmente de interés veterinario. Los coronavirus de importancia médica conocidos hasta hoy son siete, y pertenecen a uno de los dos primeros géneros mencionados. Desde el punto de vista eco epidemiológico se pueden clasificar en dos grupos: coronavirus adquiridos en la comunidad (o coronavirus humanos, HCoV) y coronavirus zoonóticos. Los coronavirus humanos circulan libremente en la población de todos los continentes, suelen causar enfermedad respiratoria leve. Se estima que producen entre el 10% y el 30% de los casos de resfriado común. Por el contrario, los coronavirus zoonóticos circulan transitoriamente, pero pueden generar grandes epidemias de enfermedad respiratoria grave. (Díaz Castrillón F., 2020).


Estructura del virus

    Los coronavirus son virus de ARN grandes monocatenarios positivos con envoltura que infectan a los seres humanos, pero también a una amplia gama de animales. Los coronavirus fueron descritos por primera vez en 1966 por Tyrell y Bynoe, quienes cultivaron los virus de pacientes con resfriados comunes. Basándose en su morfología como viriones esféricos con una capa central y proyecciones superficiales que se asemejan a una corona solar, se denominaron coronavirus. Existen cuatro subfamilias: los coronavirus alfa, beta, gamma y delta. Mientras que los coronavirus alfa y beta aparentemente se originan en mamíferos, en particular de murciélagos, los virus gamma y delta se originan en cerdos y aves. Entre los siete subtipos de coronavirus que pueden infectar a los seres humanos, los beta coronavirus pueden causar enfermedades graves y muertes, mientras que los alfa coronavirus causan infecciones asintomáticas o levemente sintomáticas. El SARS-CoV-2 pertenece al linaje B de los beta coronavirus y está estrechamente relacionado con el virus del SARS-CoV. Los cuatro genes estructurales principales codifican la proteína de la nucleocápside (N), la proteína de pico (S), una proteína de membrana pequeña (SM) y la glicoproteína de membrana (M) con una glicoproteína de membrana adicional (HE) presente en el HCoV ‐ OC43 y HKU1 beta  coronavirus. (Velavan y Meyer, 2020).  

    El SARS‐CoV‐2 es 96% idéntico a nivel del genoma completo a un coronavirus de murciélago. (Velavan y Meyer, 2020).  


  Proteínas estructurales

  • Espícula (proteína S): se proyecta a través de la envoltura viral y forma las espículas de la corona; se encuentra glicosilada y es la encargada de mediar la unión del receptor, así como su fusión con la célula del huésped. La proteína (S) de SARS-CoV-2 posee dos subunidades (S1 y S2). La subunidad S1 es la que interacciona y se une al receptor ACE2 por medio del dominio de unión al receptor (RBD), mientras que, la subunidad S2 determina la fusión de la membrana del virus con la de la célula huésped. (Pastrian Soto G. 2020).
  • Proteína de membrana (M): posee dos extremos, un dominio N-terminal corto que se proyecta en la superficie externa de la envoltura y un extremo C-terminal largo interno; juega un papel importante en el ensamblaje del virus.
  • Proteína de la nucleocápside (N): se asocia con el genoma de ARN para formar la nucleocápside; se piensa que puede estar involucrada en la regulación de la síntesis del ARN e interactúa con la proteína M al momento de la replicación viral. (García y cols., 2020).
  • Proteína de la envoltura (E): es una proteína que funciona como porina, formando canales iónicos, se desconoce su función específica; sin embargo, en el virus SARS-CoV esta proteína participa en el ensamblaje del virus. 
  • Algunos coronavirus también contienen una proteína de esterasa-aglutinina hem (HE). (Mousavizadeh y Ghasemi, 2021). 



Figura 1: Forma y estructura del virión de SARS-CoV-2. (Pastrian Soto G. 2020).



Marcadores bioquímicos 

Dímero D

    El dímero D es una mezcla heterogénea de productos de degradación generados a partir de la digestión de la fibrina por la plasmina, un pequeño fragmento de proteína presente en la sangre después de que un coágulo de sangre se degrada por fibrinólisis. Se llama así porque contiene dos fragmentos D de la proteína fibrina unidos por un entrecruzamiento. Dado que el Dímero D resulta de la acción secuencial de la trombina, el Factor XIIIa y la plasmina, es un importante biomarcador de activación de la coagulación y la fibrinólisis, disponible en los laboratorios. (Rosa, 2020). 

    La concentración de dímero D se puede determinar mediante un análisis de sangre para ayudar a diagnosticar la trombosis. Se ha convertido en una prueba importante realizada en personas con sospecha de trastornos trombóticos, como tromboembolismo venoso. Si bien un resultado negativo prácticamente descarta la trombosis, un resultado positivo puede indicar trombosis, pero no excluye otras causas potenciales. Su uso principal, por lo tanto, es excluir la enfermedad tromboembólica donde la probabilidad es baja. Los niveles de dímero D se utilizan como un biomarcador predictivo para el trastorno sanguíneo, en la coagulación intravascular diseminada y los trastornos de la coagulación asociados con la infección por COVID-19. Un aumento de cuatro veces en la proteína es un indicador de mal pronóstico en personas hospitalizadas con COVID-19. (Schrecengost, 2003). 

    Los pacientes con COVID-19 pueden presentar en su evolución una coagulopatía (coagulopatía asociada al COVID-19 o CAC) que se caracteriza por un estado protrombótico. El Dímero D está demostrando ser un biomarcador de laboratorio de utilidad pronóstica al ingreso y durante la internación como marcador de severidad de la enfermedad. Diferentes estudios han encontrado niveles de Dímero D elevados de forma significativa en pacientes con COVID-19 grave, en comparación con aquellos cuyos síntomas fueron más leves y con los sujetos sanos. (Zhou y cols., 2020).


Figura 2: Producción de dímero D a partir de la degradación de la fibrina. (Rosa, 2020). 



Ferritina 

    La ferritina es la principal proteína almacenadora, transportadora y liberadora de forma controlada de hierro. La proteína se produce por casi todos los organismos vivos, incluyendo las archaea, bacterias, algas, plantas superiores y animales vertebrados. En los vegetales se retienen en los orgánulos celulares, principalmente en los cloroplastos, que la liberan de acuerdo con sus necesidades metabólicas (Sechbach, 1982). En los animales se encuentra principalmente en el hígado, bazo, mucosa intestinal y médula ósea. En los humanos, actúa como un amortiguador contra la deficiencia y la sobrecarga de hierro. La ferritina se encuentra en la mayoría de los tejidos como una proteína citosólica, pero pequeñas cantidades son secretadas en el suero sanguíneo, donde funciona como un portador de hierro. La ferritina plasmática de la sangre, es también un marcador indirecto de la cantidad total de hierro almacenado en el cuerpo; por lo tanto, la ferritina sérica se utiliza como prueba de diagnóstico para la anemia por deficiencia de hierro. (Casiday y Frey, 2013). 




Figura 3. Estructura de la ferritina. (Esper, 2015). 

    Una vez que el virus SARS-CoV-2 invade el sistema respiratorio, se une a la enzima  convertidora de angiotensina II (ECA2) e induce una reacción inmunitaria e inflamatoria como se observa en la figura 4, debido a la infiltración de células del sistema inmune, como las células Th1, los monocitos CD14+ y CD16+, los macrófagos y neutrófilos. Esto conlleva a la manifestación de una tormenta de citocinas, provocando una alta expresión de ferritina (induciendo a su vez, la  expresión  de citocinas proinflamatorias y antiinflamatorias) y otras moléculas como IL-6, IL-8, IL-10, TNF-α, proteína quimioatrayente de monocitos 1 y PCR.  (García, 2021).


Figura 4. Expresión de la ferritina en la inflamación por COVID-19.  (García, 2021).


Proteína C reactiva

    La PCR es una proteína pentamérica sintetizada fundamentalmente por las células hepáticas en respuesta a procesos infecciosos, inflamatorios y de lesión tisular en general. Frente al estímulo inflamatorio los valores de PCR aumentan en las primeras seis a ocho horas y alcanzan un pico máximo a las 48 horas para descender rápidamente, con una vida media de eliminación que oscila entre cuatro y nueve horas; sus valores están estrechamente relacionados con la severidad de la infección. (Fernández, 2020). 

    La PCR fue la primera proteína de fase aguda descrita y el nombre deriva de su capacidad para precipitar al polisacárido somático C del Streptococcus pneumoniae. La PCR forma parte de la inmunidad innata y su síntesis es inducida como respuesta al daño tisular por infecciones, inflamación o neoplasias. Es sintetizada por hepatocitos y células del endotelio vascular y su expresión está regulada por citocinas, particularmente por la interleucina 6 (IL-6) y, en menor grado, la interleucina 1 (IL-1) y el factor de necrosis tumoral α (TNF-α). La PCR pertenece a una familia de proteínas pentaméricas dependientes de calcio llamadas pentraxinas. Aunque la PCR se produce como monómero, la molécula funcional está compuesta por cinco subunidades polipeptídicas de 23 kDa idénticas asociadas de manera no covalente en una configuración anular con simetría cíclica. (Amezcua y cols., 2007).



Figura 5. Estructura de la proteína c reactiva. (https://proteinas.org.es/proteina-c-reactiva)


    Los niveles de la PCR aumentan dramáticamente durante los procesos inflamatorios que ocurren en el cuerpo. Este incremento se debe a un aumento en la concentración plasmática de IL-6, que es producida por macrófagos,​ células endoteliales, linfocitos T y adipocitos.​ La PCR se liga a la fosfocolina de los microorganismos. Se piensa que colabora con el complemento ligándose a células extrañas y dañadas, facilitando la fagocitosis que realizan los macrófagos, quienes expresan un receptor para PCR. También se cree que desempeña un papel importante en la inmunidad innata, como un sistema de defensa temprano contra infecciones. La PCR aumenta hasta 50.000 veces en estados inflamatorios agudos. Se eleva sobre su nivel normal dentro de las 6 horas siguientes y alcanza el pico máximo en 48 horas. Su vida media es constante, y por ello la principal forma de medir sus niveles, es mediante la determinación de la tasa de producción (y por lo tanto la gravedad de la causa precipitante). El amiloide A sérico es un marcador de fase aguda relacionado, que se eleva rápidamente en circunstancias similares.​ Además se ha demostrado que sus niveles se incrementan en los episodios agudos coronarios, significando un mal pronóstico tanto a corto como a largo plazo. (Pepys, 2003). 


Referencias bibliográficas
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ACIDOSIS Y ALCALOSIS

ACIDOSIS METABÓLICA

En términos sencillos, la acidosis metabólica es una afección en la cual aumenta la cantidad de ácido que hay en los líquidos corporales. Es una afección peligrosa que si no se trata correctamente puede llegar a producir la muerte (Secretaría de Salud, 2015). 

La acidosis metabólica puede ser causada por diferentes factores, como la pérdida de bicarbonato por el tracto gastrointestinal o por excreción de riñones, o bien porque no es posible excretar correctamente los iones hidrogeno (H+). Para poder determinar las anomalías de los iones corporales, se deben considerar a los electrolitos como el Na+, K+, HCO3- y Cl-, los cuales ayudan a determinar lo que se conoce como brecha aniónica. La brecha aniónica o anión gap, se obtiene de la diferencia de la sumatoria de la concentración de los cationes (Na+ y K+) y la sumatoria de la concentración de los aniones (HCO3- y Cl-,). El valor normal de este parámetro es de 12 mmol/L y ayuda a determinar el tipo de acidosis metabólica que se presente, en conjunto con otros parámetros a tomar en cuenta como el pH plasmático, la pCO2 y la concentración plasmática del anión bicarbonato o del CO2 total. (Hidalgo Acosta y cols., 2005).  

Anión gap = [Na+] - [Cl-] + [HCO3-]

El pH se refiere a la concentración de iones H+ en el plasma y los valores normales van de 7.35 a 7.45. La pCO2, es la presión de CO2, la cual determina la respuesta respiratoria y sus valores normales son de 35-45 mmHg. Las concentraciones normales de HCO3- son de 21-29 mmol/L (Alcázar y cols., s.f.)

El parámetro de anión gap es muy importante para saber de qué tipo de acidosis metabólica se trata. Se debe considerar la albúmina sérica al momento de utilizar este parámetro pues tres cuartas partes son de la proteína, por lo que en casos de hipoalbuminemia, por ejemplo, cada g/dL en la disminución de la albúmina, el valor del anión gap disminuye 2.5 mmol/L. Una vez que se haya realizado esa consideración, las acidosis metabólicas pueden clasificarse de la siguiente manera: 

Acidosis con anión gap aumentada: en este tipo de acidosis hay ganancia de ácido y el valor del anión gap es elevado porque aumentaron los aniones que no logran ser medidos y deben compensarse con iones sodio. Este tipo de acidosis se denomina normoclorémicas.  

Acidosis con anión gap normal: en este tipo de acidosis se debe a una pérdida de HCO por vía renal o gastrointestinal. Al haber pérdida de bicarbonato, el cloruro aumenta para compensar y poder llegar a la electroneutralidad, es por eso que de denomina hiperclorémica (Alcázar y cols., s.f.).

La determinación del anión gap ayuda a seleccionar el tratamiento para la acidosis. Si se encuentra elevado se debe eliminar el ácido que se ha acumulado, para que se regenere el bicarbonato que tampona el ácido en exceso. Si el anión gap esta normal, se administra bicarbonato porque se necesita reponer el anión perdido (Alcázar y cols., s.f.). 

Cuando hay alteraciones en el equilibrio ácido-base, el organismo tiene sistemas para regresar a la homeostasis como los tampones intracelulares y extracelulares, la compensación respiratoria y la excreción renal. En el compartimento extracelular se presenta el tampón de CO2/HCO3 como el más importante y puede asumir la carga ácida al eliminar CO2 de manera alveolar. En el riñón se puede reabsorber el bicarbonato, excretar H+ para regenerar bicarbonato nuevo, además de excretar el exceso de bicarbonato. Estos mecanismos de compensación dependen del tipo de trastorno ácido-base que se presente, en el caso de la acidosis metabólica, por cada mmol de HCO3- que disminuya, baja 1.2 mmHg de la pCO(Alcázar y cols., s.f.). 


ACIDOSIS RESPIRATORIA

Consiste en una acumulación de iones hidrógeno en el organismo, causada por una retención de dióxido de carbono, que se produce por la incapacidad de excretar convenientemente dicho compuesto (Castiñeiras y cols., 1998).

La acidosis respiratoria es el resultado de la hipoventilación de los alvéolos, que hace que el CO2 se acumule en el cuerpo. La hipoventilación alveolar tiene lugar cuando disminuye la profundidad o la velocidad de la respiración. La obstrucción de las vías respiratorias, enfermedades neuromusculares y enfermedades del sistema nervioso central son causas comunes de acidosis respiratoria aguda. En pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, tal como el enfisema, se observa acidosis respiratoria crónica. Evidentemente, dado que el elemento común a todas estas enfermedades es el incremento de pCO2 alveolar; la inhalación de una mezcla gaseosa con una pCO2 elevada también produciría acidosis respiratoria (Devlin, 2000).


La característica bioquímica de la acidosis respiratoria es el descenso del pH en el plasma debido a una elevación de la pCO2, es decir, atendiendo a la ecuación de Henderson-Hasselbach, una disminución del pH provocada por la elevación de la magnitud respiratoria. Normalmente, el descenso del pH y el aumento de la pCO2 guardan entre sí una relación constante, de modo que, en ausencia de compensación u otro trastorno ácido-básico, se puede predecir una de ellas a partir de la otra (Castiñeiras y cols., 1998).


Fisiología:


El dióxido de carbono en exceso se introduce en los eritrocitos y se hidrata gracias a la acción de la carbonato-deshidratasa, lo que supone un incremento en la producción intracelular de iones hidrógeno, que son parcialmente neutralizados por la hemoglobina y el anión bicarbonato. Los iones hidrógeno no amortiguados son los responsables del descenso del pH en plasma, que se acompaña de un leve aumento de la concentración del anión bicarbonato en plasma para la compensación (Castiñeiras y cols., 1998).


ALCALOSIS RESPIRATORIA

En este trastorno puede observarse una disminución de la concentración de iones H+, que se caracteriza por una elevación en el pH arterial, una pCO2 disminuida, y una reducción variable de anión carbónico plasmático (Saínz, 2006).

Cuadro clínico:

Dificultad para hablar, parestesias motoras, tetania, convulsiones, hormigueo en los dedos, espasmos carpo-podálico, arritmias cardiacas, taquipnea, entre otras (Saínz, 2006).

La hiperventilación debida a la ansiedad es probablemente la causa más común de alcalosis respiratoria. Lesiones del sistema nervioso central que afectan el centro respiratorio, envenenamiento por salicilato, fiebre y ventilación artificial son otras causas que la provocan. A altitudes elevadas, debido a la disminución de la presión atmosférica total, la pCO2 alveolar también desciende, produciendo alcalosis respiratoria crónica (Devlin, 2000).


La respuesta compensatoria tiene lugar al cabo de 36 a 72 horas y consiste en un incremento de la excreción urinaria de H2CO3, que permite descender su concentración en plasma. Esta respuesta cabe esperarse cuando la alcalosis se mantiene crónicamente (Castiñeiras y cols., 1998).



ALCALOSIS METABÓLICA

Trastorno del equilibrio ácido-base que está definida como la elevación primaria de la concentración plasmática de bicarbonato o por la pérdida de hidrogeniones (Alcázar y cols., s.f.). En este trastorno podemos encontrar un pH mayor de 7.45 y un HCO3- plasmático menor de 25 mmol/l, siendo esta la alteración primaria, y un aumento de pCO2, debido a la hipoventilación secundaria compensatoria; se reconoce que por cada mmol/l aumentado de HCO3-, el pCO2 aumenta 0.7 mmHg (Saínz, 2006).

A pesar de que se trata de un trastorno bastante común en los hospitales, no se considera como clínicamente relevante, a menos de que se vean alterados los mecanismos renales que controlan la excreción de bicarbonato. Es su mayor parte, en la alcalosis metabólica se ve acompañada por un déficit de potasio (por aumento de su eliminación por vía urinaria), además de la contracción del volumen extracelular (Alcázar y cols., s.f.).

Entonces:

  • La concentración de cloro se ve disminuida como mecanismo de compensación para la elevación de bicarbonato.
  • El anión gap se ve aumentado de manera directamente proporcional a la severidad de la alcalosis (con valores de HCO3- mayor a 40 mEq/l).
  • En la mayoría de los casos hay una hipocalemia debido al aumento de la eliminación del potasio por vía urinaria (Saínz, 2006).

Etiología:

Las causas más comunes de la alcalosis metabólica, tenemos: vómitos, aspiración gástrica y los diuréticos (Cuadro 1) (Alcázar y cols., s.f.). 

Cuadro 1. Causas más comunes de la alcalosis metabólica (Saínz, 2006).

Clasificación de las alcalosis metabólicas de acuerdo a su respuesta al tratamiento:

  • Cloruros sensibles: Que son aquellos pacientes que responden al cloruro y que, además, presentan concentraciones urinarias de cloruro menores a 10 mEq/l. Suele darse en pacientes con perdidas grandes de ácidos (como sería el caso de vómitos o aspiraciones gástricas regulares), exceso de diuréticos, administración en gran cantidad de bicarbonato (Saínz, 2006).
  • Cloruros resistentes: Son aquellos pacientes que resisten al tratamiento con cloruros, y que presentan concentraciones de cloruro urinario mayores a 20 mEq/l. Suele presentarse en pacientes con hiperaldosteronismo que tiende a ocasionar el recambio de H+ y Na+ por bicarbonato en los túbulos (Saínz, 2006). 

Cuadro 2. Algoritmo de identificación de alcalosis y acidosis. (Alcázar y cols., s.f.).



GASOMETRÍA EN SANGRE ARTERIAL

La gasometría es la técnica de medición de los gases disueltos en la sangre de tipo arterial o venosa, y se lleva cabo por medio de un gasómetro (Márquez y cols, 2012). La gasometría en sangre arterial (GSA) nos permite determinar el grado de oxigenación del paciente (a través de la presión parcial del oxígeno en sangre arterial [PaO2] y de la saturación del oxígeno en sangre arterial [SaO2], el equilibrio ácido-base, la función pulmonar (a través de la presión parcial del dióxido de carbono en sangre arterial [PaCO2] y el estado metabólico (Lian, 2014). 

Cuando los pacientes son incapaces de mantener una oxigenación o una ventilación apropiadas, o que necesitan una protección de la vía respiratoria, la intubación endotraqueal y la ventilación mecánica pueden ser necesarias. El objetivo de estas intervenciones es facilitar el descanso de los fatigados músculos de la respiración (Lian, 2014).

Es importante mencionar que el estado crítico de los pacientes puede cambiar de forma rápida y dramática. Por ello, la gasometría en sangre arterial es considerada una herramienta diagnóstica indispensable para la monitorización de la situación clínica de los mismos, ya que se evalúan sus respuestas frente a las distintas intervenciones. A través de la revisión de las GSA realizadas al paciente, y de su estado clínico, se pueden ajustar los parámetros del respirador para mejorar la oxigenación, la ventilación y el equilibrio ácido-base, o bien para retirar el respirador (Lian, 2014).

Los valores normales de los parámetros que se evalúan en la GSA son los siguientes: 

Cuadro 3. Parámetros de gasometría en sangre arterial. 

Parámetro

Unidad

Valor normal

pH

-

7.35 - 7.45

PaCO2

mmHg

35 – 45

Con un promedio de 40

PaO2

mmHg

95 -100

SaO2

%

97 - 100

HCO3-

mEq/L

22 – 26

Con un promedio de 24

Como se mencionó anteriormente, con los resultados obtenidos de la GSA es posible determinar alteraciones del equilibrio ácido-base, cuya función de éste es mantener en el rango normal la concentración de hidrogeniones. De tal manera que:

  • Disminuye la concentración de hidrogeniones, aumenta el pH à alteración denominada alcalosis.
  • Aumenta la concentración de hidrogeniones, disminuye el pH à alteración denominada acidosis.  

Con el PaCO2 y el HCO3- podemos identificar la alcalosis y la acidosis como un trastorno ya sea metabólico o respiratorio. Cuando se trata de una acidosis o alcalosis metabólica, el pulmón es el que va a compensar la alteración; por otro lado, en una acidosis o alcalosis respiratoria, el riñón es el que va a compensar tal alteración. La compensación renal es mucho más lenta que la compensación respiratoria; mediante las expiraciones, la eliminación del dióxido de carbono es mucho más rápida que la secreción de bicarbonato a través de la orina. En la siguiente tabla se expone cada alteración:

Cuadro 4. Alteraciones del equilibrio ácido-base. 

Trastorno

Alteración primaria

pH

Respuesta compensatoria

Acidosis  metabólica

HCO3- disminuye

Disminuye

PaCO2 disminuye

Alcalosis metabólica

HCO3- aumenta

Aumenta

PaCO2 aumenta

Acidosis respiratoria

CO2 aumenta

Disminuye

HCO3- aumenta

Alcalosis respiratoria

CO2 disminuye

Aumenta

HCO3- disminuye


En base a la información expuesta sobre alcalosis y acidosis, y a los valores normales de los parámetros de la GSA presentados anteriormente, podemos interpretar los siguientes casos:

Para dar una resolución, se deben seguir ciertas reglas, las cuales consisten en: 1) determinar si el pH es ácido o alcalino, 2) determinar si se trata de un trastorno metabólico o respiratorio, y 3) determinar quién está compensando.

1.- Paciente masculino de 30 años es llevado en estado de coma al servicio de urgencias respondiendo sólo a estímulos dolorosos, su respiración es poca profunda y disminuida en frecuencia. El familiar refiere haber encontrado varias cajas vacías de tranquilizantes vacías junto a él; se le realiza una gasometría y se obtienen los siguientes resultados: pH de 7.2, PaCO2 de 80 mmHg y un HCO3- de 27 mEq/L.

Regla 1. El pH es bajo, por lo tanto, es ácido. Se determina una acidosis.

Regla 2. El dióxido de carbono está elevado y el bicarbonato también; tomando en cuenta la información de la tabla (No. 4) y que la respiración del paciente es poca profunda y disminuida en frecuencia (hipoventilación), podemos determinar que se trata de una acidosis respiratoria.

Regla 3. Se determina una acidosis respiratoria compensada por el riñón, ya que éste aumenta la concentración del bicarbonato para compensar el aumento de la concentración del dióxido de carbono.

2.- Paciente masculino de 35 años de edad llega al servicio de urgencias por presentar vómito por varios días. Se le realiza una gasometría y se obtienen los siguientes resultados: pH de 7.53, PaCO2 de 46 mmHg y un HCO3- de 36 mEq/L.

Regla 1. El pH es alto, es básico. Se determina una alcalosis. El pH se eleva porque al vomitar se elimina ácido clorhídrico (HCl) del estómago, es decir, disminuye la concentración de hidrogeniones y, por lo tanto, aumenta el pH.

Regla 2. El dióxido de carbono está elevado y el bicarbonato también; tomando en cuenta la información de la tabla (No. 4), podemos determinar que se trata de una alcalosis metabólica. 

Regla 3. Se determina una alcalosis metabólica compensada por el pulmón, ya que  éste aumenta la concentración del dióxido de carbono para compensar el aumento de la concentración del bicarbonato.

¿Cómo saber si es una alcalosis metabólica simple compensada?

El paciente tiene un HCO3- de 36 mEq/L, le restamos el promedio del bicarbonato (de los valores normales), es decir, 24 mEq/L (tabla No. 3); se obtiene un resultado de 12 mEq/L. En una alcalosis metabólica, por cada punto que aumente el bicarbonato, se va a incrementar 0.7 mmHg de PaCO2.

El siguiente paso es multiplicar 12 mEq/L por 0.7 mmHg, que es igual a 8.4. El componente CO2 está compensando, y su promedio (de los valores normales) es de 40 mmHg. Entonces, el valor máximo esperado del CO2 compensado va a ser igual a 40 mmHg + 8.4, resultando un total de 48. 4 mmHg.

Finalmente, se determina que se trata de un trastorno simple porque el PaCO2 del paciente es de 46 mmHg, es decir, es menor al valor máximo esperado del CO2 compensado. Si el PaCO2 del paciente fuera mayor a 48.4 mmHg estaríamos hablando de un trastorno mixto.

 

Referencias bibliográficas

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domingo, 5 de diciembre de 2021

BIOMARCADORES CARDIACOS

    Los biomarcadores son moléculas que se pueden medir en plasma, como proteínas o enzimas, las cuales pueden indicar presencia de un estado patológico y por lo tanto se usan como marcadores diagnósticos y pronósticos. Existen biomarcadores para las enfermedades cardiovasculares, las cuales de acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud, representan la primera causa de muerte en todo el mundo. Por lo tanto, su diagnóstico es primordial para la calidad de vida de los pacientes. Los biomarcadores cardiacos se liberan al torrente sanguíneo cuando hay daño cardiaco y son utilizados para diagnosticar, monitorizar o determinar el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular como la isquemia cardiaca o el síndrome coronario agudo (SCA) que se relacionan con la aterosclerosis la cual puede desencadenar en un infarto agudo al miocardio (Fernández y cols., 2012). 

    A continuación se hace un descripción sobre los padecimientos cardiovasculares antes mencionados y los biomarcadores cardiacos que se miden para determinar si hay daño en el corazón. 

 Isquemia cardiaca

    Aquí se incluye la angina de pecho. Esta ocurre cuando el aporte sanguíneo al tejido cardiaco no es el necesario para poder cubrir los requerimientos del corazón. El cuadro clínico característico incluye: el dolor torácico retroesternal difuso, que es característico, que tiende a ser opresivo, que puede extenderse al brazo izquierdo, a la mandíbula y al cuello. También a tomar en cuenta que el dolor que produce la angina de pecho es transitorio, presentándose incluso en varios episodios que nunca son continuos (Bonet y cols., 2008).

    La angina de pecho aparece al realizar esfuerzo físico y se detiene cuando se entra en reposo o medicación. Dura pocos minutos. Se origina, principalmente, por el engrosamiento de la arteria coronaria debida a una arteriopatía aterosclerótica (Bonet y cols., 2008). 

Síndrome coronario agudo

    Este síndrome es producido por la erosión o rotura de una placa de ateroma, esto induce a la formación de un trombo en arterias coronarias, lo que eventualmente causa una angina inestable, infarto agudo al miocardio o muerte; esto depende de la duración del trombo y de la presencia de un vasoespasmo al momento de que sucede la rotura (Vidán, 2007).

    Dependiendo de si los marcadores de necrosis miocárdica se elevan veremos si se trata de un infarto agudo al miocardio o una angina inestable. En esencia, la angina inestable no obstruye completamente la arteria y, por lo tanto, no se produce necrosis del musculo cardiaco; sucediendo lo opuesto en el infarto agudo al miocardio (Vidán, 2007).

    Entre la sintomatología tenemos que estas afecciones suelen manifestarse por un dolor en el pecho de tipo opresivo que suele mantenerse por al menos 20 minutos. Este dolor puede llegar a afectar brazos, mandíbula, cuello y espalda, y estar acompañado de sudor frio, mareo, angustia y/o fatiga. En ciertas ocasiones, como primer síntoma, se da el paro cardiaco, sin síntomas previos que lo anuncien (Sociedad española de cardiología, s.f.).

Aterosclerosis

    Es una enfermedad vascular de tipo crónica y evolutiva que aparece debido al transcurso de tres factores: La disfunción endotelial, la inflamación y, por último, la trombosis. Su característica principal es la oclusión progresiva de las arterias coronarias por placas de ateroma, esto puede provocar insuficiencia arterial crónica: angina de pecho, isquemia cerebral transitoria, entre otras) o un déficit abrupto de la circulación debida a una trombosis oclusiva, provocando, por ejemplo, un infarto agudo al miocardio (Guadalajara, 2010). 

Aterogénesis y formación de placa:

    La aterogénesis se da por dos eventos importantes que son favorecidos por la disfunción endotelial: La internalización del LDL circulante, y la internalización de los monocitos circulantes, que una vez dentro de la arteria se transforman en macrófagos (Florenzano, 2000).

    El LDL en su forma natural no necesariamente es toxico, tendrá que sufrir una serie de modificaciones (como la oxidación) para que se vuelva aterogénico. Una vez que el LDL se ve atrapado en el subendotelio, se oxida convirtiéndose en LDLox, y de esta manera son internalizadas por los macrófagos al ser reconocidas por los receptores scavenger presentes en la superficie de estos. Estas LDL oxidadas son degradadas con dificultad por los lisosomas, a diferencia del LDL circulante normal, por lo que se acumulan en el citoplasma del macrófago. Esta acumulación de colesterol hace que los macrófagos se conviertan en células espumosas, lo que constituye a la estría grasa. Los macrófagos presentan acción quimiotáctica atrayendo más monocitos y células musculares lisas de la pared arterial. El LDL oxidado también tiene acción quimiotáctica hacia otros monocitos, así como promover la síntesis de ciertas proteínas que estimulan el reclutamiento de macrófagos, ingresando todos estos a la lesión. Las células espumosas terminan lisándose, liberando cristales de colesterol. Entonces, tras la liberación de colesterol, el haber atraído células musculares, más monocitos y, por ende, macrófagos, al sitio de la lesión, se forma el núcleo lipídico. Todo esto provoca que se vaya engrosando la pared arterial y que el endotelio se debilite, dando lugar a rupturas. En el núcleo lipídico se encuentra, además, factor tisular, que es trombogénico. Al darse una simple ruptura del endotelio, entra en contacto los componentes del núcleo lipídico con la sangre, se da la activación plaquetaria dando lugar a la aterotrombosis que puede culminar en un infarto agudo al miocardio (Florenzano, 2000). 

Figura 1. Formación de placa aterosclerótica. (https://www.douglaslabs.es/blog/dislipidemia-como-factor-de-riesgo-de-enfermedad-cardiovascular/).


BIOMARCADORES

    Para que un biomarcador cardiovascular se considere como ideal, debe elevarse rápidamente en sangre además de que pueda permanecer con niveles altos por un tiempo prolongado, que sea específico del tejido cardiaco para tener certeza que el daño esta ocurriendo en el corazón, que haya proporcionalidad entre las cantidades elevadas y el daño, y que su medición sea exacta, estandarizada y de fácil interpretación (Fernández y cols., 2012).  

    A continuación se presentan los biomarcadores cardiacos más utilizados a lo largo del tiempo y los que pueden usarse para diagnosticar un infarto agudo al miocardio actualmente. 

Troponinas

    Las troponinas son proteínas que se encuentran en la superficie de los filamentos de actina del músculo cardiaco. Su función es regular la interacción dependiente de Ca+2 que ocurre entra la actina y la miosina durante la contracción muscular. Hay tres subunidades de la troponina: la subunidad TnC, la TnT y la TnI. La primera fija el Ca2+, la segunda une el complejo troponina a la tropomiosina y la tercera funciona inhibiendo la interacción actina-miosina al unirse a la actina (Tamargo Menéndez, s.f.). 

Figura 2. Representación del complejo troponina (TnT, TnI, TnC) en filamento de actina. (https://secardiologia.es/comunicacion/notas-de-prensa/notas-de-prensa-sec/10015-documento-de-consenso-sobre-la-utilizacion-de-troponina-cardiaca-en-urgencias). 

    Las subunidades TnT y TnI se miden para el diagnóstico de SCA pues se encuentran exclusivamente en el miocardio, TnC no se determina pues se encuentra en músculo esquelético. No existen valores normales de estas en el plasma pues se liberan al torrente sanguíneo cuando hay lesión en el miocardio. Tras el inicio de un infarto agudo al miocardio, se elevan en 3-4 horas alcanzando su valor máximo en 24-48 horas y se mantienen elevadas por 5-14 días. La TnT puede durar hasta 21 días elevada, sin embargo la TnI representa un marcador más precoz (Tamargo Menéndez, s.f.). 

    Al ser indicativas de lesión miocárdica, han sustituido a la determinación de la creatina cinasa (CK) y CK-MB porque son más específicas y permanecen elevadas por más tiempo. Actualmente son el estándar de oro para el diagnóstico de síndrome coronario agudo (SCA) aunque siempre deben analizarse en conjunto con otros biomarcadores cardiacos como la CK, CK-MB, mioglobina; la sintomatología y el electrocardiograma (Bishop y cols., 2013).  


Creatina cinasa

    La Creatinfosfokinasa (CPK) o Creatinkinasa (CK) es una enzima clave en el sistema de los fosfágenos, específicamente del sistema ATP-PC, el cual es una vía metabólica que aporta energía (resíntesis de ATP) de forma inmediata, por lo tanto predomina en esfuerzos físicos de alta intensidad y corta duración, como es el levantamiento de pesas, los lanzamientos, saltos y sprints, entre otros (Gonzáles & Rivas, 2002).

   Su sustrato es la creatina, la cual se convierte en fosfocreatina por medio de la creatina cinasa usando ATP que sale como ADP. Cuando se necesita producir ATP de nuevo, la enzima toma el fosfato de la fosfocreatina y así tener ATP disponible (https://www.lifeder.com/creatin-quinasa/)

Figura 3. Reacción de la creatina cinasa. (https://www.lifeder.com/creatin-quinasa/).

    La creatina cinasa (CK) es una enzima intracelular localizada en mayor proporción en músculos cardíaco y esquelético y también en cerebro. Un aumento en la actividad sérica es por lo tanto indicio de lesión celular. En el caso del infarto agudo de miocardio (IAM), la actividad sérica de CK comienza a aumentar entre 2 y 6 horas después de producido el episodio y alcanza un máximo después de 18 a 24 horas. Los picos alcanzados pueden llegar a ser 20 veces el límite superior normal, razón por la cual es quizás la prueba más sensible para el diagnóstico de IAM. (Rosario, 2000).

    Cabe resaltar que la enzima CK tiene una estructura dimensional compuesta por dos subunidades M y B, que se combinan para formar tres isoenzimas específicas para diferentes tejidos:

CK BB: Se encuentra predominadamente en el tejido cerebral y los pulmones.

CK MB: Se encuentra principalmente en el tejido cardiaco.

CK MM: Se encuentra principalmente en el musculo estriado esquelético.

Se han identificado tres subunidades de esta. Explica un 90 a 100%  de la actividad total de CK en personas saludables.

    Según el servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU, de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH),debido a que la CK-BB se encuentra en mayor proporción en cerebro y pulmones, una lesión de estos órganos incrementaría los niveles de esta por fuera de los valores normales; en esta línea, el aumento de esta isoenzima puede deberse a:

  • Infarto de tejido Pulmonar
  • Crisis Epiléptico
  • Cáncer Cerebral
  • Lesión Cerebral por trauma, accidente cerebrovascular o hemorragia cerebral.
  • Terapia Electroconvulsiva

    Los niveles de CK-MB se incrementan después de tres a seis horas de presentarse un ataque cardíaco. Si no existe un daño posterior al miocardio, el nivel alcanza un pico entre 12 y 24 horas, y vuelve a su normalidad de 12 a 48 horas después de la muerte del tejido. Asimismo, el aumento de los niveles de CK-MB puede deberse a:

  • Trauma en el corazón, por ejemplo, por un accidente automovilístico.
  • Lesiones por electricidad
  • Desfibrilación cardíaca, por aplicación deliberada de choques al corazón por personal médico.
  • Inflamación del miocardio (miocarditis) debido generalmente a virus
  • Procedimiento quirúrgico a corazón abierto
    Se puntualiza que niveles de CK-MB generalmente no se incrementan por angina de pecho, embolia pulmonar o insuficiencia cardíaca congestiva (ICC). (Gonzáles & Rivas, 2002).

Por su parte, los niveles de CK-MM por encima de lo normal generalmente son un signo de lesión o fatiga muscular, pudiéndose deber a:

  • Lesiones por aplastamiento
  • Rabdomiólisis
  • Distrofia muscular
  • Miositis
  • Recibir múltiples inyecciones intramusculares
  • Electromiografías recientes
  • Crisis epiléptica reciente
  • Cirugía reciente
  • Ejercicio Físico extenuante

(Gonzáles & Rivas, 2002).

Valores de Referencia

    Los niveles de CK en suero responden a la gran variabilidad individual entre los sujetos. Muchos estudios han establecido diversos valores de referencia que van desde los 100 a 150 U·L-1 en mujeres y 200 a 250 U·L-1 en hombres.

  • Adulto masculino: 24 – 195 U/L
  • Adulto femenino: 24 – 170 U/L
  • CK-MB normal:10 U/L
  • CK-MB limítrofe: 10-25 U/L
  • CK-MB infarto al miocardio: 25 U/L

(Gonzáles & Rivas, 2002)

Mioglobina

    La mioglobina es una proteína pequeña capaz de transportar oxígeno, que se encuentra en el músculo cardíaco y en otros músculos. La mioglobina atrapa el oxígeno en el interior de las células musculares para que estas produzcan la energía suficiente para la contracción muscular. Cuando se produce una lesión en el músculo esquelético o en el corazón (músculo cardíaco), la mioglobina se libera hacia la sangre. La mioglobina se filtra a nivel renal y se libera posteriormente por la orina. La mioglobina resulta tóxica para el riñón cuando se libera en cantidades importantes hacia la sangre. Esto puede ocurrir después de un traumatismo grave o de lesiones musculares importantes; en estos casos, la mioglobina puede ocasionar una lesión renal que incluso puede llevar a una insuficiencia renal. (LabTest 2021).

    La mioglobina es una proteína de localización citoplasmática cuyo bajo peso molecular (18 kDa) le permite alcanzar rápidamente la circulación tras alteraciones moderadas de la permeabilidad celular. La mioglobina se libera precozmente tras el inicio del dolor torácico, pudiéndose detectar el aumento de sus concentraciones, en algunos casos, a partir de la primera o segunda hora de evolución del IAM. En la actualidad, mediante el empleo de anticuerpos monoclonales aplicados a inmunoanálisis sin isótopos radiactivos puede medirse la mioglobina en minutos y, en consecuencia, utilizarse para el diagnóstico precoz del IAM. Sin embargo, la determinación de mioglobina presenta importantes limitaciones para este diagnóstico. Entre ellas, la principal es que tampoco existen diferencias estructurales entre la molécula expresada en el músculo miocárdico y en el esquelético, dado que existe un recambio normal de estas últimas células, así como una concentración basal de mioglobina (y del resto de moléculas que comparten estas propiedades) en el plasma que limita su cardioespecificidad y su precocidad diagnóstica. Esto, al igual que ocurre con el resto de moléculas no cardioespecíficas, limita su precocidad y sensibilidad diagnósticas. La mioglobina también se encuentra elevada en pacientes con insuficiencia renal por la disminución de su aclaramiento renal, por esta razón, su eficiencia diagnóstica en este tipo de pacientes con elevado riesgo de padecer necrosis miocárdica es baja. Finalmente, existen razones metodológicas que limitan su eficiencia diagnóstica, ya que no existe una única concentración que identifique, de manera consensuada, la necrosis miocárdica, y ésta varía dependiendo del método de medida utilizado. (Bel, M. y cols 2003).

    La mioglobina es una proteína de bajo peso molecular, muy utilizada como marcador del IAM, sobre todo por ser más precoz en relación con otros biomarcadores, alcanzando niveles séricos útiles para diagnóstico a partir de las tres horas, y un pico máximo aproximado entre las seis a 12 horas y cediendo a las 24 horas; por otro lado, tiene un alto valor predictivo negativo. Su uso es realmente favorable para la toma de decisiones precoces. (Dopico J, 2012).

    Son múltiples los métodos analíticos de laboratorio de la mioglobina, entre los que destaca el inmunoensayo de látex-aglutinación, el inmunoturbidimétrico y otros, cada uno con diferentes costos y rangos limítrofes. También se marcan diferencias de sensibilidad y especificidad de este biomarcador entre los diferentes laboratorios, siendo ya controversial. Aun así, la mioglobina se ha seguido utilizando, pero ya se prefiere usar unida a otro biomarcador como las troponinas o la CK total, aprovechándose la precocidad de la mioglobina que comienza a elevarse dentro de las dos a seis horas del infarto y la seguridad de otros biomarcadores como las troponinas I que se elevan dentro de las cuatro a siete horas del evento y se mantienen por encima de los valores normales por siete a 14 días, así como las CK total que comienzan a elevarse entre las 16 a 20 horas y descienden entre las 21 a 25 horas de haber ocurrido el infarto. (Dopico J, 2012). 


Homocisteína

    La homocisteína es un aminoácido sulfurado que se produce en el metabolismo de la metionina, el cual comienza con la condensación de este aminoácido con ATP dando la S-adenosil-metionina. Esta se convierte en S-adenosil-homocisteína al donar su grupo metilo, entonces mediante la adenosilhomocisteinasa se libera adenosina y se obtiene la homocisteína (Pintó Sala, 2000). La homocisteína puede regenerarse a metionina mediante remetilaciones y con la participación de la enzima homocisteína metiltransferasa o metionina sintetasa que requiere de la vitamina B12 y del 5,10-metilentetrahidrofolato, el cual es un cosustrato al convertirse en 5-metilentetrahidrofolatos por la enzima metilentetrahidrofolato reductasa (MTHFR). Otra reacción de la homocisteína es la transulfuración, que ocurre cuando la homocisteína reacciona con la serina para dar cistationina mediante la cistatioina β-sintetasa (CBS) que ocupa como coenzima al fosfato de piridoxal. (Sáchez Cuevas y cols., 2009). 

    Estas rutas son formas de eliminación de la homocisteína ya que es muy agresiva en el endotelio arterial. Los valores normales en plasma son de 5-12 μmol/L, pero siempre varían dependiendo de la edad, sexo, población y el método utilizado. (Pintó Sala, 2000; Sáchez Cuevas y cols., 2009). 


Figura 4. Metabolismo de la homocisteína. (Riancho, 2006).

    La homocisteína puede aumentar ocasionando hiperhomocisteinemia, que puede ser causada por mutaciones en las enzimas que participan en su metabolismo, por deficiencia de folatos, cobalaminas y mala absorción de vitamina B12; por insuficiencia renal, insuficiencia hepática, neoplasias, hipotiroidismo, por consumo de tabaco, consumo excesivo de alcohol o por fármacos como la fenitoína, ciclosporina, colestiramina, carbamacepina, etc. (Sáchez Cuevas y cols., 2009). 

    La hiperhomocisteinemia se ha asociado como un factor de riesgo de aterosclerosis y trombosis, puesto que se ha encontrado un efecto citotóxico de la homocisteína en células endoteliales. Además es capaz de promover la oxidación de LDL mediante las especies reactivas de oxígeno como el peróxido de hidrógeno. Al asociarse con la aterosclerosis, se considera a la homocisteína como un factor de riesgo cardiovascular, además de que puede interactuar con el tabaco, la hipertensión y la diabetes, que son factores aterogénicos. (Pintó Sala, 2000).

Proteína C reactiva 

    La proteína C reactiva (PCR) fue la primera proteína de fase aguda descrita; tiene la capacidad para precipitar al polisacárido somático C del Streptococcus pneumoniae, de ello deriva su nombre. Es sintetizada por hepatocitos y células del endotelio vascular como respuesta al daño tisular por infecciones, inflamación o neoplasias (Amezcua y cols., 2007).

    La turbidimetría es el ensayo más utilizado para la determinación de PCR, que utiliza partículas de látex recubiertas con anticuerpos anti-PCR humana, las cuales son aglutinadas por PCR presente en la muestra del paciente. El proceso de aglutinación provoca un cambio de absorbancia proporcional a la concentración de PCR de la muestra, por comparación con un calibrador de PCR de concentración conocida se puede determinar el contenido de PCR en la muestra ensayada (MonlabTest, 2020).     

     Interpretación de los niveles séricos de PCR
  • Cuando la PCR es <10 mg/L se traduce como procesos inflamatorios leves como gingivitis (inflamación de las encías), angina (dolor en el pecho ocasionado por una disminución de la irrigación sanguínea al corazón) o ejercicio intenso.
  • Las elevaciones moderadas de 10-100 mg/L se encuentran en el infarto agudo de miocardio, la pancreatitis, las infecciones de mucosas (bronquitis, cistitis) y en la mayoría de las enfermedades reumáticas.
  • Concentraciones mayores de 100 mg/L se encuentran en las infecciones bacterianas agudas graves (como en a sepsis), traumatismos mayores (incluyendo quemaduras intensas) o vasculitis sistémica.
     (Amezcua y cols., 2007)

     Asociación entre enfermedad cardiovascular y PCR

    Después de un infarto agudo de miocardio, los niveles séricos de la PCR se elevan rápidamente, reflejando la extensión de la necrosis. Los niveles máximos alcanzados a las 48 horas del evento agudo son útiles como factor pronóstico de la evolución de estos pacientes. Además, se ha demostrado que la PCR se deposita conjuntamente con fracciones activadas del complemento dentro de las zonas de infarto agudo, contribuyendo ambas a la gravedad de la lesión isquémica (Amezcua y cols., 2007).

     Aterosclerosis y PCR

    Existen estudios que sugieren que la PCR, además de reflejar la extensión del daño tisular post-infarto y de servir como un marcador serológico para la predicción de eventos coronarios agudos, contribuye directamente en la patogénesis, progresión y complicación de la enfermedad ateroesclerótica de manera directa (Amezcua y cols., 2007).

    La PCR tiene la capacidad de depositarse en la íntima de las arterias, provoca disfunción del endotelio facilitando la activación, migración y alojamiento de los leucocitos en el interior de la misma. Esto contribuye a la formación de lesiones vasculares que son la base del desarrollo de la aterosclerosis (Amezcua y cols., 2007).

    Como se había mencionado anteriormente en el apartado de ‘Aterosclerosis’, las LDL al alcanzar cierto umbral de concentración en la sangre, penetran al interior de la pared arterial donde son modificadas por procesos de oxidación. La PCR se une a estas lipoproteínas (tanto a las nativas como a las oxidadas) y facilita sus fagocitosis e internalización por los macrófagos de la íntima arterial, promoviendo la formación de células espumosas (macrófagos con grandes cantidades de lípidos oxidados en su interior). La acumulación de células espumosas es determinante para la evolución patogénica de una placa arterial, haciéndola más propensa a romperse liberando su contenidos trombogénico (Amezcua y cols., 2007).

   No hay evidencia de que al disminuir los niveles de PCR se reduzca el riesgo cardiovascular. Sin embargo, muchas intervenciones reconocidas para disminuir el riesgo cardiovascular (pérdida de peso, dieta, ejercicio y suspensión de tabaquismo) se asocian con reducciones en las concentraciones séricas de PCR (Amezcua y cols., 2007).

Lactato deshidrogenasa

    Es una enzima localizada exclusivamente en el citoplasma de la célula, que transfiere H+ (deshidrogenasa) y cataliza la oxidación de L-lactato a piruvato mediante la participación de NAD+ (agente oxidante, aceptor de electrones) que pasará a ser NADH + H+. Como se trata de una reacción reversible, esta enzima también cataliza la reducción de piruvato a L-lactato mediante la participación de NADH + H+ (agente reductor, donador de electrones) que pasará a ser NAD+ (Devlin, 2011).

Figura 5. Reacción de la lactato deshidrogenasa, oxidación de lactato a piruvato (https://slideplayer.es/slide/16255704/). 

    La LDH está compuesta por cuatro cadenas polipeptídicas de dos tipos: M, que se encuentra principalmente en el músculo (esquelético e hígado), y H, que se encuentra principalmente en el corazón. A su vez, hay cinco tipos de LDH conocidas como isoenzimas, con distinta composición en cuanto a sus subunidades (cadenas polipeptídicas) y cada una es específica de un tejido:

LDH-1 (H4): se encuentra en el corazón y los glóbulos rojos.

LDH-2 (H3M): se encuentra en los glóbulos blancos y también en los glóbulos rojos y en el corazón, pero en menores cantidades que la LDH-1.

LDH-3 (H2M2): se encuentra en el tejido pulmonar.

LDH-4 (HM3): se encuentra en los glóbulos blancos, las células de los riñones y el páncreas, y los ganglios linfáticos.

LDH-5 (M4): se encuentra en el hígado y los músculos del esqueleto.

La prueba de LDH mide los niveles de estas diferentes isoenzimas en la sangre (MedlinePlus, 2020).

    En el infarto agudo de miocardio, la actividad de la LDH total aumenta menos rápidamente que la actividad de CK total, o la de la CK-MB; esto se debe a que tiene un peso molecular muy elevado de 140, 000 Dalton. La LDH comienza a elevarse a las 12-16 horas desde el inicio de los síntomas que exteriorizan el daño miocárdico. Alcanza un pico máximo a las 30-40 horas, y permanece elevada durante 10-12 días. Predomina la LDH-1, por lo tanto, su determinación confiere especificidad al diagnóstico de infarto agudo de miocardio. Cabe mencionar que los niveles bajos no son clínicamente importantes (Wiener lab, 2014). 


Marcadores cardíacos en el diagnóstico para IAM.


    El algoritmo de diagnóstico para IAM comienza con la extracción sanguínea (para obtener suero) para medir marcadores cardíacos. Dependiendo del tiempo a partir de la aparición del dolor torácico y la toma de muestra del paciente, diferirán los marcadores a medir debido al tiempo de aparición en sangre, permanencia y regreso a valores normales de estos.
Si se procesa la muestra dentro de las 4 horas a partir de la aparición del dolor, se cuantificarán los niveles de mioglobina, CK, CK-MB y troponina; por otro lado, si la toma de muestra fue después de las 4 horas a partir de la aparición del dolor, sólo se cuantificarán los niveles de CK, CK-MB y troponina.
Independientemente del tiempo en que se tomó la muestra y del resultado de las primeras pruebas de los marcadores cardíacos, se realiza una repetición de la cuantificación de la CK, CK-MB y troponina a las 4 horas posteriores de las primeras pruebas.
Si el resultado del índice de CK-MB es mayor a 4 y el valor de troponina es superior a 2.5 ng/mL, presumimos de un diagnóstico consistente con IAM. En caso de que el índice de CK-MB sea menor a 4 y valores de troponina entre 0.6 y 2.5 ng/mL, indica posibilidad de un pequeño IAM; pero si el índice de CK-MB es menor a 4 con valores inferiores a 0.5 ng/mL de troponina, descartamos un IAM y sospechamos de una posible angina inestable.


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Marcadores inflamatorios predictores de gravedad de la enfermedad producida por SARS-CoV-2

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